Teoría del conocimiento pedagógico.
Conocimiento y pedagogía.
En este marco, cada paradigma, desde el
positivismo a la teoría crítica, pasando por el constructivismo, la
hermenéutica y el enfoque etnográfico, contribuyen a iluminar diferentes
aspectos de la formación y de la educación, ofreciendo un cuadro
variopinto de las tonalidades cambiantes y representativas de la perspectiva asumida. El
papel reconocido a la ética y a los valores, las finalidades de la
búsqueda, el grado de implicación del investigador en la investigación o
los criterios para valorar la bondad de la investigación son todos «tamaños»
que pueden asumir valores diferentes al variar la postura asumida. Todas
estas perspectivas son aunadas por una función precisa, o sea para ser
adoptadas en el ámbito pedagógico para conseguir conocimiento. En
efecto, por los anteriores aspectos que constituyen los paradigmas cognoscitivos, variables
del uno al otro, también la concepción del conocimiento varía al cambiar
el paradigma cognoscitivo asumido, y, sobre todo, como
concluiremos de modo más argumentado, los resultados alcanzados por
investigaciones minuciosas y realizadas a partir de perspectivas paradigmáticas
diferentes pueden tener en todo caso valor cognoscitivo, aunque no en los
términos del conocimiento científico.
Un análisis semántico del concepto «conocimiento».
El término «conocimiento» es empleado en el lenguaje ordinario, pero
también en el técnico, con diferentes sentidos. Justo a causa de esta
amplia gama de significados, su uso, cuando no está claramente
precisado, puede conducir a tergiversaciones. Por lo
tanto, resulta importante que, en un discurso que tiene por objeto el
término «conocimiento», se aclaren los sentidos que puede asumir para
focalizarnos sobre la acepción que más nos interesa.
En este sentido «conocimiento» es utilizado como sinónimo de «aprendizaje» o de
«aprender». Con «conocimiento» se puede indicar, además, tanto
el producto de un particular medio de conocimiento como el medio mismo de
conocimiento.
Un ejemplo de esto lo hallamos en las expresiones «conocimiento perceptivo» o
«conocimiento racional».
Cada una de estas expresiones, por cuanto pueda ayudar a aclarar los
distintos usos del término, parecen no responder a la pregunta originaria
sobre qué es el conocimiento, ya que tal concepto es siempre asumido sin
ser expresado y esto parece solucionarse mediante sus sinónimos o con sus
caracterizaciones o condiciones. Sobre la base de esta observación y de
muchas otras, algunos autores creen que, en efecto, el concepto
de «conocimiento» es primitivo, es decir, es la base de las nociones
epistémicas y no viceversa, y que, por lo tanto, no puede ser
expresado ulteriormente.
La pedagogía como disciplina cognoscitiva.
Los ejemplos aducidos para corroborar el recorrido argumentativo hasta aquí desarrollado
respaldan los argumentos en juego y la problematización de la concepción del
conocimiento pedagógico y de la misma pedagogía. El conocimiento en
pedagogía, como hemos visto, no se reduce a un conocimiento de las
leyes que se someten a los fenómenos formativos y, por lo tanto, al
conocimiento de tipo científico positivista. La propuesta en este caso es
mirar con ojo crítico la identificación entre pedagogía y ciencia para valorar
una cualificación más adecuada para la pedagogía. La pedagogía, en
efecto, no es solo una ciencia o, más concretamente, no produce
solo conocimiento científico positivista.
Sin embargo, mientras la tesis según la cual «el conocimiento pedagógico
no se reduce solo al conocimiento científico positivista» es intuitivamente
indivisible, su reelaboración «la pedagogía no produce solo conocimiento
científico» podría ser percibida como más controvertida, ya que implica
que parte del conocimiento pedagógico no sea científico. El problema no es
tanto que tal tesis sea muy controvertida, como que debido al deseo de
obtener crédito académico, aplauso popular, favoritismo financiero y
a la intención de no ver devaluados los resultados de las mismas
investigaciones según los aspectos reconocidos a las ciencias tout court, todo
esto conduzca a querer calificar como científicas algunas formas de
conocimiento no científico o no derivadas por la aplicación de los
lenguajes, los métodos y los instrumentos de las ciencias naturales
y, al mismo tiempo, esto conduzca a denegar la inadecuación de los
métodos científicos en la investigación pedagógica.
Pedagogía, verdad y justificación.
La reflexión efectuada en pedagogía sobre el conocimiento a
menudo paga el precio de querer atribuir valor científico a todas las formas de
conocimiento que le pertenecen, pero que no poseen las características del
conocimiento científico tout court y, al mismo tiempo, critica la
validez del conocimiento científico para la investigación pedagógica.
mientras, por otro lado, se padece la exigencia de hacer reconocer
valor cognoscitivo a algunas formas de conocimiento de lo pedagógico
que, aunque no adopten los lenguajes y las metodologías de las ciencias
naturales, son el resultado de metodologías vigiladas, caracterizadas
por un razonable grado de certeza y dotadas de valor informativo o
trasformativo. Asumir esta tarea requeriría, al menos, que se
expusiera y justificara una clasificación de las fuentes de
conocimiento, por ejemplo, el esquema propuesto por Robert
Audi, profesor de
Filosofía en la Universidad de Notre Dame, constituido por percepción, memoria, introspección, intuición, razón
y testimonio. De tales fuentes de conocimiento debería ser analizada la
naturaleza y deberían ser aclarados el valor cognoscitivo y los
límites. Además, esta reflexión debería desarrollarse en un cuadro
siempre en transformación y atento a la especificidad de la pedagogía, sus
objetivos y los métodos en ella adoptados, de modo que se enlazaran la
exposición y la elaboración en términos generales a las particularidades de lo
pedagógico.
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